CUANDO SE INTENTO CALLAR AL CANTOR…
[O de cuando un suceso del orden de lo “primario” obliga a “reiniciar” la secuencia, y si todo vuelve a “cero”, o algo se “conserva”]
“Creo que uno siempre vuelve a empezar. Aunque no lo quiera, se recomienza, una y otra vez” Ese era el único pensamiento que podía alojar en mi cerebro. ¿Qué otra cosa podía pensar si mi intención era proseguir? Quiero que se me entienda bien, no era una opción, se me imponía. Y no como una necesidad lógica, simplemente allí se instalaba, justo en las circunvoluciones de mi conciencia. Estúpido automatismo mental que me dificultaba todo otro pensamiento.
Entre tanto mi percepción se concentraba en los estímulos que el manejo requería. Sintetizando, un perfecto robot.
Al comenzar el viaje la música que salía del reproductor de CD me rescataba alguna esencia humana invitándome a balancearme a su ritmo; pero ahora, luego que el único y apestoso disco se había repetido infinitamente, era un elemento simpático de mi automatización, resaltado por mi monótono tarareo.
Hubo un instante de feliz superposición, esos bombos y tambores convocaban en su registro mnemónico a aquellos otros, de más felices días…
Si, deshilachados recuerdos y deshilvanados pensamientos. ¿No es lo que sucede cuando se intenta reiniciar un ordenador luego de un grave error que lo ha dejado fuera de servicio?
Sabía que con mi funcionamiento, contribuía al funcionamiento del Todo. Era inevitable, para bien o para lo peor,…solo en un caso extremo, me estaría permitido discontinuarme, y así y todo, sabía que sería por muy breve tiempo, habría que calcularlo también.
Ese es el conflicto, seguir o desenchufarse…, si es que esto está en las propias manos, o… si esto también es una ilusión…
Y aquí estoy conmigo mismo, sin personas ni personaje. Solo, con mi silencio interior. Por eso la música, que no alcanza a taparlo, a este silencio digo, pero que acompaña…
¿A quien sino a mi le interesan estos pensamientos? Estos pensamientos que van fluyendo al ritmo del teclado, y a veces, más rápido aun.
Una y otra vez aparece papá. Claro, ¿por que no?, si ya he alcanzado la edad que el viejo tenía en mis recuerdos más claros. Y como él solía decir, me miro al espejo y…, cada vez me encuentro más parecido a él. ¿Cual era el proyecto de papá para superar al de su padre, digo mi abuelo? ¿En qué se afirmaba para negar?
Si pudiese preguntarle cómo sigue la cosa, ¿no? Cómo es la cuestión, qué pasa después. Sí, es ciertamente aburrido saber de antemano. Sin embargo la curiosidad da su ¡presente!
Y a la vez el temor a lo que sí se sabe que inevitablemente va a suceder. Faltan los detalles, los modos, esos pequeños detalles que hacen a la diferencia entre tu y yo, entre cada uno de los que nos reconocemos en la serie de los humanos… pero no importa, el fin es inevitable, temido, deseable, necesario, ¡es!
Como la mejor de las improvisaciones. Incluso con cadencia hasta en el modo.
Te lo tengo que decir de nuevo, distinto por que no me has entendido. Entonces, de nuevo, pero distinto. Entonces nuevo, pero igual. No, no me has entendido. No importa, por que te lo pienso repetir de las mil maneras posibles y una más, para que me entiendas. Entonces, nada que ver, todo va de nuevo, o si prefieres, todo será expresado en términos similares, distintos pero parecidos, hasta que sea comprendido. No importa cuanto lleve. Solo es necesario que me interpretes. ¿Está claro? No importa….
Viva la música que me acompaña cuando estoy solo y solamente estoy. Viva la música y el silencio que nos rodea cuando estamos solos y solamente escuchamos la música, y por detrás el silencio. Viva y mil veces viva, la música, la soledad y el silencio, que no me dejan solo, que me acompañan. Y viva que vivo y que vives y que vivimos, escuchándonos, musique ando; y en el silencio que nuestras miradas van encontrando en la soledad de nuestras existencias. Viva, y
Solamente viva. Y que el silencio nos encuentre en plena escucha de la música, que nos acompaña y no nos deja solos ni silenciados, y nuevamente…viva.
Solo dilo una vez, y si eres claro, quizás te entienda. No es seguro, solo digo que lo intentes, que lo intento, que lo intentaremos, quizás resulte…Y así me quedo en un quizás y en un tal vez, tu ¿me sigues? No me respondas. No es preciso, tú lo sabes.
Leopoldo M. Piazza
Mar del Plata, 23 de Octubre de 2007
martes, 12 de febrero de 2008
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